CRÓNICA DE UN ALLANAMIENTO

29 may 2011

No es 1973 –época del terror fascista de Pinochet y sus allanamientos- si no, 2009, Concertación de Bachelet. La familia allanada es mapuche.


Al pequeño departamento de una Villa pobre de Padre de las Casas, en Temuco –Wallmapu (territorio mapuche)- entran a empujones unos 20 civiles –hombres y mujeres-… Son las 4 de la tarde, los desconocidos no se identifican, están deteniendo con insultos y golpes al hijo de la dueña de casa, Rosa, él acaba de llegar del trabajo. Los winkas (en mapudungun: ladrones, asesinos, violadores) destrozan el departamento que la mujer ha pagado por 20 años para lograr un techo. Rompen loza, colchones, ropa de cama.


- ¡Esta es mi casa! - les grita ella -¡Y ustedes no tienen derecho…!... El “más perro de todos”, la mira con ojos vengativos (“En cualquier parte lo reconozco por esa mirada tan agresiva”) y le responde muy seguro de su poder institucional:
- ¡Yo hago lo que quiero en tu casa! ¡Ahora es mi casa!- y la aparta con violencia, luego grita: ¡Dónde están las armas!…


Rosa, su nuera (también llamada Rosa), su hijo, Mauricio Guaiquilao Guaiquilao (el detenido) no tienen armas. Unos tipos en la cocina, rompen paquetes de arroz, fideos, azúcar, abren el refrigerador y van destrozando todo lo que hay dentro. Otros van a una pieza y sacan papeles que van tirando al suelo. Algunos son documentos médicos de la mujer, en los que consta que ella está enferma, que postula a una pensión de gracias porque se encuentra impedida de trabajar, que necesita tratamiento constante... Los violentos rompen órdenes para exámenes, recetas, diagnósticos… buscan desesperados lo que no van a encontrar… Van a la otra pieza y sacan de los estantes: libros, hojas, cuadernos. Los colocan sobre la cama y los fotografían… Son libros de Historia, documentos sociales, poemas que Mauricio escribió a su pueblo y a su compañera…


- ¡Por qué se llevan a mi hijo, no hemos hecho nada!... ¡No tenemos armas!- Rosa oye su propia voz gritando, está nerviosa, aterrada, entre cuatro la tiran al suelo y la agreden… Fue el 2 de febrero recién pasado.


“¡SI NO FIRMAS, TE QUITAMOS LA WAWA!”


Los agresores se quedaron mucho rato, Rosa no sabe decir cuánto, cuando ella quiso ir al baño, la obligaron a hacerlo delante de uno de los hombres. Sustrajeron de su casa: dinero, libros y videos, “películas familiares del cumpleaños de mi nieto de 1 año y tres meses”. Antes de llevarse a su hijo, obligaron a Rosa a firmar unos documentos, ¡Si no firmas nos llevamos a tu nieto también! Rosa firma.


Rosa, mujer mapuche de 49 años, vende ropa usada en la feria cuando se siente con fuerzas para hacerlo ya que está bastante enferma. El sustento del hogar era su hijo Mauricio, quien ahora se encuentra encarcelado en Temuco desde el 2 de febrero. Durante estos casi 4 meses, ella ha sufrido constante persecución, llamados telefónicos de números no identificables, que de madrugada le dicen “cosas terribles: “Una vez una voz de hombre me dijo: ¡Vamos a podrir a tu hijo en la cárcel! Otra vez me dijeron que mi hijo estaba muy mal y que tenía que ir a buscarlo urgente, eran las 3 de la mañana, no era cierto… ¡Hasta dónde llega la maldad!… Sé que todas las veces que hemos conversado, usted y yo por teléfono, nos han grabado, sé que nos han cortado las llamadas”, me dice Rosa… “¡A nosotros nos persiguen, sólo por ser mapuche!”.

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